Brutales vs. Inmortales elitistas - Zardoz (John Boorman, 1974)

Primera incursión en el mundo de la ciencia ficción por parte del director John Boorman (Excalibur, El exorcista 2). Para ello contó con al inestimable (y desvergonzada) presencia de Sean Conery para su papel protagonista.

Muchos sentimientos encontrados son los que me provoca el primer visionado de Zardoz, tal es así que no sabía si incluirla bajo la etiqueta de pelis cutres o de las míticas. Tras devanarme los sesos (un par de segundos) he concluido que la etiquetaré en ambas categorías. Hago esto porque, como tal, la película es un poco cutre pero, escarbando un poco, uno se puede encontrar con esas cosas míticas que hicieron que la ciencia ficción realizada en los setenta tuviese ese regusto a LSD y porros que tan bien le viene a los guiones tremendistas sobre mundos divididos entre una élite virtualmente perfecta y el resto.

En el año 2293, una élite privilegiada de inmortales vive aislada dentro de un mundo de desolación. En una burbuja llamada "El Vortex", que les defiende de "los brutales", viven una monótona y pacífica vida hasta que Zed (Sean Connery), uno de los elegidos por el dios Zardoz para exterminar a los brutales, logra entrar en el Vortex. Entonces, Zed descubrirá que en su mundo no todo es lo que parece.


Como es habitual el discurso filosófico está servido: lucha de castas, dictaduras encubiertas, inmortalidad aburrida, revolución social, etc... Ésto es lo que hace grandes a este tipo de producciones, no se cortaban un pelo a la hora de hacer uso de la crítica social desde una multitud de frentes para plasmar el aciago futuro que todo el mundo con dos dedos de frente vaticinaría para la raza humana. Por el contrario ésto también puede ser un arma de doble filo si no se hace con cuidado. Una historia sencilla que trate demasiados temas de una manera trivial, puede hacer que la trama pierda fuerza y caiga así en un batiburrillo incoherente de escenas que no aportan gran cosa. En este caso, la película está bien encauzada, pero a medida que transcurren los minutos y ya está todo el misterio resuelto, la historia se vuelve un tanto confusa. Esto en parte es debido a las escenas (típicas de la época) que tratan de definir un poco la historia, pero que pueden llegar a confundir.

Algunas de las cosas que me hicieron etiquetarla como 'cutre' son sus efectos especiales (véase como ejemplo una tremenda cabeza de cartón piedra voladora). Su ridículo vestuario afianza esta decisión y el look del protagonista es la prueba más evidente. Taparrabos y tirantes de cuero rojo además del último modelo de botas tipo 'pescador de río' todo ello acompañado por la clásica pose de marcar el pecho palomo y luciendo una 'colacaballo' que me hizo plantear cortarme la mía (parecía un pirata gay). Nadie que haya pasado la treintena de edad debería ir nunca de esa guisa, es más NADIE, por ninguna razón y en ninguna época, debería de vestir nunca así. Vaya batacazo que tuvo que meterse el mítico sex apeal que se le atribuía a Sean Conery al verse caracterizado de esta guisa... ¿estaría mal de pelas? o, simplemente, es que no tiene vergüenza. En fin son esas cositas raras (pero curiosas) que todo actor hizo alguna vez en su carrera.



En resumidas cuentas
, una película con cierto encanto que muestra como las desinhibiciones, tanto de guión como de caracterización, eran la tónica imperante en muchas producciones de la época pero que, desde luego, no aporta gran cosa a parte de éso y la original visión de otro de los 'posibles' futuros para esos monos pelaos que dicen ser inteligentes.





1 desperdicio en el patio:

Elecciones 2011 Colombia dijo...

Definitivamente deja mucho de que hablar, pro de alguna manera da ineres verla y descubrir algunos pensaientos opuestos.

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